Tiempo de valientes

Tiempo de valientes

por Antonio Rubio Merino

“La adversidad produce hombres; la prosperidad, monstruos”.
Victor Hugo

En la Estación de Ferrocarriles de Córdoba hay en estos días una pintada que reza: “Espabila: no hay futuro”. Está firmada por los anarquistas antisistema. Ese es un primer motivo para la melancolía: la pasada generación de libertarios abominaba del presente y trataba de destruirlo violentamente, pero era en la esperanza de un futuro mejor, una sociedad sin clases y sin gobierno donde todos serían felices. El mensaje de la pintada es tan negro y gris como la tinta y el muro sobre el que ensucia el ambiente.

Hay futuro. Cada día pasa, lleno de posibilidades, y se abre a otro día, que vendrá, seguro, con sus incertidumbres… y sus esperanzas. Siempre hay futuro. Y es precisamente la porción más joven de la sociedad –joven de edad o joven de espíritu- la que tiene la misión de hacerlo realidad, queriendo hacerlo suyo. Y hacerlo mejor.

Los cantos lastimeros parecen querer fundamentarse en que hay una crisis. Una crisis económica tenemos, sin duda. La producción no crece, los negocios se retraen, y aumenta el desempleo y la incertidumbre. Pero ¿tan mala es la crisis? ¿Es el fin del mundo, de la vida de cada uno de nosotros?
¿Es malo que dejen de construirse viviendas que nadie necesita? ¿Es malo que deje de llenarse de horrible cemento un paisaje agobiado de construcción feísta? ¿Es malo que la gente deje de ganar fortunas simplemente por vender caro algo que compró barato, sin haber añadido ningún valor en medio? ¿Es malo que deje de ser fácil ganar dinero sin trabajar? ¿Es malo que no tenga sentido ni sea posible hacerse millonario antes de los treinta años especulando con productos financieros de casino? ¿Es malo que dejen de venderse esa clase de productos a quien ni los necesita ni los entiende? ¿Es malo que políticos sin formación dejen de dirigir entidades financieras que distorsionan el valor de las cosas, y al cabo son capaces de generar una burbuja que distorsione la economía real y nos cueste muy cara a todos? ¿Es malo que tomemos conciencia de lo que cuesta la energía y cada fuente de la que nace? ¿Es malo que reparemos en el precio, el valor, de cada cosa?

La crisis puede dejarnos sin trabajo, pero no por ello tiene que dejarnos sin esperanza. La crisis puede restringir las opciones de obtener un crédito, pero no puede arrebatarnos el talento. La crisis puede teñir de pesimismo a nuestros vecinos, pero sólo nosotros somos dueños de pensar, de optar, entre creer que el mundo se acaba o que el mundo tiene muchas posibilidades para nosotros.

Con la crisis trabajar será más duro, producir será más duro, crear será más duro, crecer será más duro, ganar dinero será más duro… Pero por eso mismo, será más estimulante. Será más auténtico. El mundo sigue necesitando de personas que piensen, que tengan ideas, que tengan iniciativa, que quieran emprender proyectos, producir nuevos bienes y nuevos servicios. Eso se puede hacer, con o sin crisis.
Ya no es época de monstruos. Ahora es la época de los valientes. Espabilemos: hay futuro.


Marzo de 2011.

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