Justicia televisada

Justicia televisada 
Urdangarín, Garzón y Carcaño

por R. García-Páez

Todos los medios de comunicación tienen una sección de tribunales con periodistas asignados a ella. La dilatada experiencia en su puesto de algunos de estos profesionales les hacía ser auténticos eruditos en los vericuetos judiciales y a base de muchas charlas y preguntas con unos y con otros algunas confidencias y filtraciones fluían y le daban al periodista la posibilidad de saber algún detalle de la investigación antes que sus colegas. La ética del reportero y su necesidad de mantener la fuente hacían que dicha información sirviese para tener la documentación relacionada con el caso antes que los demás y no para publicarla el mismo día que la recibía. Ahora no es así, en la era de las redes sociales y las noticias al instante, de las detenciones televisadas, el juez, fiscal, magistrado o abogado que filtra alguna pesquisa incluida en un sumario secreto sabe perfectamente que se va a hacer pública en el acto y ese es su objetivo. Un objetivo abyecto que debería estar perseguido y castigado.

No sé si por idiosincrasia o por falta de madurez democrática o quizás por ambas, en España la presunción de inocencia no existe, más bien su contrario la presunción de culpabilidad es lo que impera en las tertulias televisadas o no. El imputado no es culpable hasta que no se demuestra. Estar encausado no significa haber cometido el delito por el que se piden cuentas, de hecho estar imputado le da a la persona unas garantías de defensa, conocimiento y seguimiento del sumario que no tiene al estar siendo simplemente investigado. Si una persona es culpable por el mero hecho de estar imputado ahorrémonos el juicio y pidamos pasaporte de Corea del Norte.

En esta sociedad en la que cada españolito es un seleccionador de fútbol, un presidente de gobierno, un premio Nobel de economía o de cualquier otra materia, también hay un jurista en lo más profundo de cada uno de nosotros. El problema es que el seleccionador, el presidente, el Nobel y el jurista son otros y es a ellos a quien corresponde tomar las decisiones propias de su cargo o estatus al que ha accedido por merecimiento propio (esto se supone, pero daría para una reflexión mucho más larga).

Una causa judicial no es un debate televisivo, el veredicto no se basa en la cantidad de “Me gusta” que una sugerencia haya tenido. Soy un profano en materia jurídica, un simple espectador del circo mediático-judicial imperante, pero a mi parecer, la justicia se debe basar en la igualdad de las personas ante la ley, en la presunción de inocencia, en el derecho de defensa y a un juicio justo. Analícense los hechos, apórtense pruebas fidedignas de la autoría del delito cometido y recogido en la ley, lléguese a un veredicto, si la persona queda absuelta no se le estigmatice de por vida y si resulta culpable cumpla una condena acorde a la gravedad del delito. 

En definitiva, pienso que Urdangarín debe ser juzgado por lo que haya podido hacer independientemente de que sea yerno del rey y se debe proceder con él como con cualquier otro que presuntamente hubiese hecho lo mismo. Sin filtraciones del secreto sumarial, sin juicio paralelo, sin condena previa al proceso, como los demás, ni más ni menos o estaríamos quebrantando el primer principio fundamental que dice que todos somos iguales ante la ley.

En el caso de Garzón sucede lo mismo. No es el yerno del rey pero es el juez más famoso –cualidad discutible en una persona con su profesión- de España y gran parte del extranjero. Haber hecho bien algunas cosas no implica que siempre se hagan bien. Siempre hubo un tiempo en el que el delincuente –entiéndase persona que comete cualquier tipo de delito no sólo un asesino o un ladrón- no lo era y hasta ese momento su trayectoria había sido inmaculada. El propio capitán del Costa Concordia poseía una magnífica hoja de servicios y una dilatada experiencia superior a las dos décadas hasta el momento del naufragio. No merece su señoría tampoco un juicio paralelo y mediático ya sea a favor o en contra, ni merece la justicia ser arma arrojadiza de políticos y contertulios ni objeto de presiones y manifestaciones. 

No se puede pedir que caiga el peso de la ley contra Urdangarín porque es como los demás y que no caiga sobre Garzón porque no es como los demás. Es contradictorio por no decir descarado hacer dicha distinción aunque haya más de un político que la defienda sin sonrojarse.

Finalmente el caso de Marta del Castillo ha empatizado a toda persona con un poco de sensibilidad con el dolor de su familia. Pero gracias a que Carcaño sólo o en compañía de otros ha guardado en lo más profundo de su miseria asesina el paradero del cadáver de la joven, la justicia no puede hacer más de lo que ha hecho. Cualquiera que haya visto la serie CSI entiende que el tribunal no puede demostrar un delito de violación, no puede demostrar a través de pruebas de ADN con quién tuvo contacto la chica antes de morir ni la causa final de la muerte, no puede reconstruir los hechos sin el cuerpo, sólo puede aplicar la ley en base a las escasas pruebas y testimonios que posee por muy doloroso que resulte.

Otro asunto sería el cambio de las leyes que no olvidemos está en manos del poder político elegido por el pueblo. Si se demuestra que algo no funciona cámbiese pero donde se tiene que hacer y cómo se tiene que hacer.

 
Enero de 2012.

Compartir

Share by: