Único caballo ganador: Un Estado limitado

Único caballo ganador: Un Estado limitado

por Javier Martínez Rueda

"El individuo se siente libre cuando es dueño de su patrimonio y sus empresas, imprime la orientación que le place al ejercicio de su profesión, no encuentra trabas a la expresión de su pensamiento, educa a sus hijos según sus creencias [...] se siente libre cuando su esfera personal, familiar y profesional no está invadida por el Estado. Este ideal se realiza cuando dentro del Estado hay muchas células autónomas, fronteras que el Estado respeta. En otras palabras, cuando el Estado es limitado”. (López Amo Marín, A., “Los caminos de la libertad”).

Ahora bien, es necesario aclarar qué entendemos por Estado limitado o por límites del Estado. En mi opinión, esta idea comprende dos aspectos diferentes: a) los límites de los poderes, b) los límites de las funciones; ambos son abarcados por la doctrina liberal, aunque pueden ser tratados de forma separada. 

El liberalismo es una doctrina del Estado limitado tanto con respecto a sus poderes como a sus funciones. La noción común que sirve para representar al primero es el Estado de derecho; la noción común para representar al segundo es el Estado mínimo. Aunque el liberalismo concibe al Estado tanto como Estado de derecho cuanto como Estado mínimo, se puede dar un Estado de derecho que no sea mínimo (por ejemplo, y desgraciadamente, el Estado social contemporáneo) y también se puede concebir un Estado mínimo que no sea un Estado de derecho (como por ejemplo el Leviatán hobbesiano respecto a la esfera económica que al mismo tiempo es absoluto en el más amplio sentido de la palabra y liberal desde el punto de vista económico). 

Mientras el Estado de derecho se contrapone al Estado absoluto entendido como legibus solutus, el Estado mínimo se contrapone al Estado máximo; entonces se debe decir que el Estado liberal se afirma en la lucha contra el Estado absoluto en defensa del Estado de derecho y contra el Estado máximo en defensa del Estado mínimo. 

Por Estado de derecho se entiende, en general, un Estado en el que los poderes públicos son regulados por normas generales (las leyes fundamentales o constitucionales) y deben ser ejercidos en el ámbito de las leyes que los regulan, salvo el derecho del ciudadano de poder recurrir ante un juez independiente para hacer reconocer y rechazar el abuso o exceso de poder. Así, el Estado de derecho refleja la vieja doctrina, que se remonta a los clásicos y que fue transmitida por las doctrinas políticas medievales, de la superioridad del gobierno de las leyes sobre el gobierno de los hombres, según la fórmula lex facit regem, y que sobrevive también en la época del absolutismo cuando la máxima princeps legibus solutus fue entendida en el sentido de que el soberano no estaba sujeto a las leyes positivas que él mismo dictaba, pero estaba sujeto a las leyes divinas o naturales y a las leyes fundamentales del reino. Además, cuando se habla del Estado de derecho en el ámbito de la doctrina liberal, es preciso agregar a la definición tradicional una determinación subsiguiente como es la constitucional de los derechos naturales, o sea, la transformación de estos derechos en derechos protegidos jurídicamente, es decir, en verdaderos y propios derechos positivos. En la doctrina liberal, Estado de derecho no sólo significa subordinación de los poderes públicos de cualquier grado a las leyes generales del país, que es evidentemente un límite puramente formal, sino también subordinación de las leyes al límite material del reconocimiento de algunos derechos fundamentales considerados constitucionalmente y, por tanto, "inviolables". 

Así, el derecho a la participación en el voto (como correcto y eficaz ejercicio del poder político), las libertades de opinión, de prensa, de reunión, de asociación, de ejercer libremente la profesión elegida, la elección de una educación basada en las creencias, y todas las libertades que constituyen la esencia del Estado liberal no son concesiones que el Estado hace a los ciudadanos, sino principios inviolables que éstos se han dado y que son constitutivos de dicho Estado; sólo un Estado que tiene limitados sus poderes y funciones los garantiza. Por tanto, no es casualidad que, hoy, sólo los Estados nacidos de las revoluciones liberales son democráticos y solamente los Estados democráticos protegen los derechos del hombre: todos los Estados autoritarios (poderes y funciones ilimitadas) del mundo son a la vez antiliberales y antidemocráticos.


Julio de 2011.

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