Francia, Alemania, Grecia...EUROPA

Francia, Alemania, Grecia… Europa

por R. García-Páez

Los resultados de los procesos electorales finalizados en estos días merecen varias reflexiones de lo sucedido.

Por importancia y proximidad comenzaré por Francia.
Si creemos que el nuevo presidente francés va a cumplir lo que ha dicho en sus discursos como candidato, pienso que sus políticas van a ser perjudiciales para Francia como en su día lo fueron las del presidente Zapatero para España. Se da el agravante de que nuestro país vecino tiene un peso específico en Europa que ya quisiéramos para nuestra piel de toro. Es el extremo del eje París-Berlín que nos gobierna y cualquier asunto que genere incertidumbre en la Francia tendrá una repercusión importante para todos.

Como buenos vecinos lo negativo que sucedía justo detrás de nuestra frontera solía repercutir positivamente para nosotros y viceversa. Es decir, lo malo para Francia era bueno para España (al menos anímicamente). Pero desde que los unos y los otros somos Europa y mucho más desde que compartimos moneda esa situación ha cambiado considerablemente.

Una vez descartado el sueño de que la victoria socialista francesa vaya a suponer la sustitución del bloque germano-francés por la alianza Madrid-Berlín dando así mayor peso a la misma España que ha estado ninguneada en los últimos años a nivel europeo, cabe esperar que el cambio al frente del Eliseo arrastre –o al menos lo intente- a la canciller alemana a suavizar sus demandas de ajustes y austeridad. 

Puede que incluso lo consiga dado el posible cambio que se comienza a vislumbrar en la cancillería germana tras los continuos descalabros electorales que está sufriendo la CDU cada vez que se celebran unos comicios regionales. Así que sólo nos queda esperar que sea lo mejor para toda Europa o tardaremos más en salir de la crisis, porque está claro que o salimos juntos o no salimos, no hay más.

En este punto he de mostrar mi preocupación ante los buenos resultados que en dichas elecciones han obtenido los partidos más radicales. El 20% conseguido por el Frente Nacional francés en la primera vuelta de las presidenciales no es nada desdeñable aunque el sistema de doble vuelta le haga muy difícil optar a la presidencia de la república. Sin embargo su fuerza política ya se ha hecho notar en la segunda vuelta a través de la abstención y la renuncia de sus líderes a apoyar abiertamente a ninguno de los dos candidatos. 

En el caso griego la caída del bipartidismo dominante desde siempre ha supuesto el logro de la representación parlamentaria de todo tipo de partidos, desde los neonazis de Amanecer Dorado hasta la coalición de la izquierda radical Syriza que ha relevado al socialista y pro-europeo Pasok como partido mayoritario de la izquierda siendo el segundo partido más votado en toda Grecia. El problema añadido es que tal amalgama de partidos la hace ingobernable y la repetición de las elecciones es inminente. De poco servirán si no se presentan -en extrañas coaliciones ideológicas- los partidarios del euro juntos contra los detractores del mismo también unidos.

Podemos hacer una reflexión común sobre Grecia unida a la propia España, a Francia y a Alemania. En todos los casos los resultados de las elecciones son los mismos aunque los partidos más votados en ellas sean de distinto signo político. El resultado es el cambio.

La conclusión es que el pueblo, los ciudadanos de uno y otro lado de Europa, no está contento con la manera en que sus gobiernos han gestionado la crisis y sus intentos de solucionarla. 

La forma de hacerlo es la base de la democracia, cambiar en las urnas a sus gobernantes, a los que han de dirigir a través de las leyes los designios de toda una nación, para que éstos intenten hacerlo de otra manera –ya se valorará si esa manera fue la acertada- o simplemente para castigar a los que no lo han hecho bien según sus opiniones. 

Esa es la grandeza de la democracia, el menos malo de los sistemas políticos, el que se basa en la libertad de las personas para elegir. Intentar cambiar el rumbo de unas medidas de gobierno, de un país, desde la calle y la algarada además de ser injusto y antidemocrático sólo ha supuesto históricamente la pobreza, la miseria e incluso la muerte de una buena parte de los ciudadanos de una nación. Citando a Pérez-Reverte: “es lo que tiene haber leído un par de libros de historia, que te quita la inocencia”.

No obstante animo humildemente a mi posible lector a que se quede más con las conclusiones positivas de mi argumentación –que las hay- que con las negativas porque no conozco a nadie que se haya recuperado de una enfermedad recreándose en sus síntomas. Como dicen los aficionados de los equipos deportivos necesitados de victorias: “Sí se puede”.


Mayo de 2012.

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